Desde que Joaquín decidiera “desterrar” a sus hijos por liarla parda en su ausencia, Joaquín reconoce vivir más tranquilo. Ve a Kiki y Fali solamente los domingos, cuando van a comer a casa y le lavan (gratis) el coche. Pero el padre de familia quiere saber de la vida de los jóvenes y les pregunta por sus trabajos, aunque sus respuestas no gustarán nada a Joaquín: ¡Uno es chofer de su suegra y el otro ha perdido el trabajo por dejar el camión mal aparcado! ¡Qué desastre!