Tras ver las imágenes en las que se reprime la entrada de refugiados en Hungría con gases lacrimógenos, Íñigo Errejón apuntaba: “Cuando el gobierno se negaba a admitir a ningún refugiado y luego empezaba a mercadear con los números, la sociedad y las alcaldías del cambio abrían sus ciudades para decir que fueran de acogida”. En su opinión, la presión de la ciudadanía “y el tirón de orejas de Merkel” ha hecho que el gobierno “dé pasos” pero insiste en que lo ha hecho "por detrás de la sociedad”.