Ahora con 27 años, y tras haber podido escapar de la explotación sexual, relata cómo llegó a pasar 4 meses encerrada en un sótano para comer una vez a la semana. Cuando fue secuestrada por tercera vez, hizo creer a sus captores que era parte de la mafia y logró recoger pruebas de cómo explotaban menores en Alemania. Ha conseguido meter en la cárcel a parte de sus captores y vive en un refugio junto a su hijo.