5 razones por las que los adolescentes siguen necesitando un ‘Hermano Mayor’
1. Porque todos debemos mirarnos al espejo alguna vez. Una de las estrategias más efectivas del programa es el momento en el que se ponen a los chic@s las grabaciones sobre su comportamiento. Sufren un shock, como cuando uno escucha su propia voz y dice “¿De verdad ése soy yo?” pero en doble dosis, porque también se ven. Esta fórmula actúa de espejo y les ayuda a darse cuenta –muchas veces con horror- de cómo les ven los demás. Ya no lo intuyen, se lo imaginan o prefieren ignorarlo. Lo saben. Y es algo que todos deberíamos poner en práctica de vez en cuando.
2. Porque aumentan los casos de maltrato y de acoso escolar. Los dos miembros del programa con los que hemos tenido la oportunidad de hablar, Jero y Bárbara Tovar, han insistido en lo mismo. Cada año que pasa se multiplican los casos de bullying. No como algo “que ha ocurrido toda la vida”, no. Es una lacra que se ha incrementado con el mal uso de las redes sociales y que Mediaset ayuda a erradicar con su campaña ‘Se buscan valientes’.
3. Porque ahora los problemas también son virtuales. Lo dicho. Antes del boom digital, un adolescente cualquiera se sentía protegido una vez que entraba en casa. Los problemas del colegio, del instituto, la dificultad de las relaciones sociales a esa edad… se quedaban fuera. Pero ahora ya no. Ahora están siempre presentes y se incrementan en la red, donde todos los chavales están conectados. Tal es estrés que tienen con el móvil que, como vemos en casi todos los programas, es uno de los focos principales de conflicto.
4. Porque los padres no siempre lo saben todo (son humanos). Cuando el hermano mayor llega a un hogar con problemas, no sólo pone su atención en el adolescente y su ira. También se concentra en la situación personal de los padres para saber cómo la familia ha llegado a tener una convivencia tan insostenible. Muchas veces (no siempre) la falta de una buena educación, de una educación mejor dirigida, es el germen de las conductas violentas o iracundas. Pero debemos comprender que los padres, por muy padres que sean, también se pueden equivocar. Como cualquiera.
5. Porque hay que hablar de los sentimientos. La falta de comunicación es otro de los grandes gérmenes de los desarreglos emocionales. “Antes de la ira hay un periodo de mucha tristeza”, decía Bárbara Tovar en el estreno de la nueva temporada. Y qué razón tiene. Con el caso de Amelie hemos visto cómo los secretos entre madre e hija (aunque sean por protección), la falta de una conversación sincera, la confesión de lo que nos duele y lo que no es fundamental para que nuestros lazos afectivos sean sanos… y fuertes.