Álvaro, el principal sospechoso de la muerte de doña Piedad, estaba en libertad vigilada y tenía que presentarse en el juzgado unos días concretos para poder seguir manteniendo su libertad. Los agentes del Grupo 2, en colaboración con la policía de Barcelona (donde el acusado se había ido desde Zaragoza), montaron un dispositivo especial para capturarle.