Carlos Sainz, primer español en ganar el Dakar en coches: la regularidad le coronó en Argentina

El piloto madrileño demostró que podía ganar la carrera más exigente del mundo
Nos habíamos quedado con su mítico “Trata de arrancarlo” en el Mundial de Rallies que se le escapó de la palma de la mano. La figura de Carlos Sainz había quedado un tanto ensombrecida por eso, pero no había que restarle mérito al, probablemente, mejor piloto español de todos los tiempos, junto a Fernando Alonso.
Sainz se había retirado del Mundial de Rallies en 2004. Pero no podía estar mucho tiempo parado y, poco más de un año después, el piloto madrileño firmó por Volkswagen para participar en el Rally Dakar, uno de los campeonatos más exigentes del mundo del automovilismo.
Un piloto todoterreno
Para tener opciones de ganar en un evento así, hay que tener mucho talento y algo, de suerte, hecho que le había faltado en sus últimos años de carrera. Sus primeras ediciones del Dakar fueron de aproximación al territorio. Aunque en el camino se llevó un brutal accidente. Pero llegó 2010, año en el que se convirtió en el primer piloto español en vencer en el Rally Dakar en la modalidad de coches.

La carrera raid más exigente del mundo se disputó del 1 al 17 de enero de 2010 y se disputó, por segundo año consecutivo, en América del Sur, después de que la edición de 2008 se cancelase por amenazas terroristas.
Eso llevó al trazado en un inmenso circuito en el que llegar, a toda velocidad, pero teniendo cuidado con los entornos, desde Argentina, partiendo desde la Plaza de la República, hasta Chile. Aunque la carrera regresó a su punto inicial para finalizar, de nuevo, en Buenos Aires.
141 coches tomaron la salida en un campeonato por el que todavía algunos tenían reticencias por el cambio. Carlos Sainz llevaba una vez más el Wokswagen Touareg, acompañado por Lucas Cruz, su copiloto.
Desde el principio, la batalla fue con su compañero de equipo, el qatarí Nasser al Attiyah. Ambos eran los favoritos y, si algo tenía claro el piloto español, que competía para ganar, y ahí dejó todo su talento para conseguirlo.
El piloto madrileño sabía que era una carrera de fondo en la que siempre hay que tener cuidado con lo que pueda ocurrir. Una duna o un mal tramo puede dar al traste y hacer perder minutos valiosísimos que lo alejaran del trofeo. Sus miedos y la confianza en sí mismo deberían hacerlo volar por el circuito arenoso. Y vaya si lo hizo.
Son más de 9.000 kilómetros en los que mantener la concentración al máximo y no decaer para poder ganar. La tensión se acrecenta cuando la carrera está tan tremendamente igualada como lo fue aquella.

Nasser al Attiyah y Sainz llegaron con opciones a la última etapa. Cualquier cosa podía pasar. Había 2:46 segundos entre ambos. La etapa se la llevó el catarí por 34 segundos, pero no le bastó, y Carlos Sainz hizo historia una vez más. Fue la victoria más apretada hasta entonces en un Dakar.
El esfuerzo había merecido la pena. Y eso que solo ganó dos etapas. Pero la regularidad, y el no dejarse demasiado tiempo, pilotando de forma muy inteligente, bastaron para que Carlos Sainz y Lucas Cruz se abrazaran como campeones al cruzar la línea de meta.