La última imagen de Ángel María Villar es la del presidente en el coche de la Guardia Civil camino a los calabozos de Las Rozas donde pasó la noche. A Villar se le veía cansado, serio y cabizbajo tras casi 20 horas de registros en su casa y en su despacho de la Federación de Fútbol en lo que fue uno de los peores días de su vida.