Cinco claves para que el deporte de alto rendimiento no afecte al desarrollo físico y social de un niño

Carla Sánchez
20/04/201816:36 h.Son muchos los deportistas de nivel que empezaron muy pronto en la alta competición. Leo Messi llegó a lo más alto con tan sólo 13 años, Ricky Rubio se integró en el baloncesto con 14 años, o Gisela Pulido fue campeona del Mundo de kitesurf a los 10 años.
Hoy en día algunos de ellos explican los beneficios de su trayectoria o la felicidad aportada tras cada logro, pero otros muchos comentan cómo el deporte les robó la juventud. Cómo el estrés ocasionado por la presión y la intensidad en los entrenamientos finalmente afectó a sus comportamientos sociales. La mayoría de ellos coincide en que cada entrenamiento se realiza pensando en el éxito y que, junto a una buena base de alimentación, buena programación, descanso y sacrificio, se consigue.
Hay que tener en cuenta que dependiendo del deporte que se practique la carga de entrenamiento será diferente. Por ejemplo las nadadoras necesitan invertir unas 8-10 horas de entrenamiento diario mientras que un futbolista podría entrenar dos horas de cinco a seis días por la semana.
Actualmente se está tratando de estudiar cuál sería la edad biológica, y no cronológica, oportuna para que un niño intensifique su entrenamiento ante un deporte. Lo principal es que la iniciativa y motivación surjan del niño y no vengan dados por factores externos. Es muy importante observar las habilidades individuales para así poder determinar si podrían llegar a lo más alto a una temprana edad. A esto hay que añadirle un estudio médico exhaustivo que afirme el buen estado de salud del niño puesto que estos casos pueden derivar en sobreentrenamiento.
El psicólogo Vladimir Hernández explica que las disciplinas deportivas que se desarrollen a través del sistema central y sin golpeos como son la gimnasia, la natación, el patinaje artístico, etc; pueden desarrollarse durante más de cinco horas al día.
¿Existe la posibilidad de que el niño pierda la motivación?
Hay que tener en cuenta que, en el momento en que el niño muestre signos de dolor, fatiga o agotamiento, es posible que esté siendo presionado por encima de su límite y de su capacidad física, pudiendo disminuir el rendimiento. Es fundamental un trabajo en equipo que implique al niño. Una persona encargada de su alimentación acorde al tipo de actividad y desgaste, un programa de entrenamiento bien estructurado, y el entorno del niño ya sea familiar, amigos y educadores.
¿Qué pasa con su desarrollo social?
En la etapa escolar los niños desarrollan habilidades de comunicación y valores sociales que marcarán sus futuras relaciones personales. Pueden aparecer problemas de relaciones con familiares o amigos, así como carencias en cuanto a crecimiento personal si las horas de entrenamiento diario impiden que el niño comprenda el entorno y se relacione. Este hecho se acentúa con los deportes individuales debido a que los valores del trabajo en equipo no están presentes. Los entrenamientos deben estar bien diseñados y no afectar a las relaciones de los niños, así como tampoco a sus deberes y obligaciones.
Cinco claves para que el deporte de alto rendimiento no afecte al desarrollo físico y social de un niño
- La iniciativa y motivación deben surgir del propio niño
- Observar sus habilidades para determinar si podría llegar a lo más alto a una edad temprana
- Hacer un estudio médico exhaustivo que confirme el buen estado de salud del niño
- Trabajar en equipo: experto encargado de su alimentación, programa de entrenamiento adecuado, buen entorno familiar, con amigos y educadores
- Las horas de entrenamiento no deben impedir su desarrollo social: no deben afectar a las relaciones de los niños, así como tampoco a sus deberes y obligaciones
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Carla Sánchez Zurdo, nutricionista y entrenadora personal en su centro Boostconcept, es diplomada universitaria en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad San Pablo CEU de Madrid y entrenadora personal por la Federación Internacional de Fisioculturismo y Fitness IFBB y por la Academia Americana de Medicina Deportiva NASM. Dirige en Madrid Boostconcept, su propio centro de salud y fitness.