Carlos Aranda, uno de los cabecilla de la operación Oikos, tenía tan claro que el Valladolid perdería frente al Valencia que recomendó a un amigo, vía telefónica, que apostase por el resultado. Precisamente esas conversaciones han servido para poner el foco de la policía en el jugador, quien tenía el teléfono pinchado desde hace meses. En ellas, según ha publicado el diario El Mundo, se puede comprobar como Aranda quiere pagar el amaño con Borja Fenández a través de la venta de uno de sus salones de juego en Málaga.