En el entrenamiento previo a la noche en la que Morata quiso pedir mano a su pareja Alice Campello, los compañeros bromearon. Carvajal y compañía ya sabían lo que iba a hacer y en un rondo casi se les escapa. Bromas de ejemplo del buen ambiente, pero que casi estropean la romántica sorpresa al delantero del Real Madrid.