¿¡Skaters en silla de ruedas!? Sí, Toni es uno de ellos y sueña con enseñárselo a otros jóvenes

Toni Quiñonero tiene 28 años y es un pionero. Con espina bífida de nacimiento, tuvo que tomar la difícil decisión siendo un adolescente de cambiar las muletas por una silla de ruedas para siempre. Entonces, el mundo parecía una rampa infinita para él. Hoy, es uno de los poquísimos riders de WCMX que hay en España, sueña con expandir este deporte en nuestro país y asegura que sentarse en la silla ha sido algo maravilloso por permitirle descubrir este deporte.
Toni recuerda que era una persona muy pasiva, no se relacionaba con mucha gente y pasaba la mayor parte del tiempo en el sofá de su casa. Todo cambió hace cuatro años. Un buen día acompañó a un amigo que hacía ‘roller’ al skatepark y éste le retó a que se metiera y probase a patinar con su silla de ruedas. Harto de solo poder mirar, Toni aceptó y desde no entonces no ha parado.
Así empezó todo. A partir de ahí, fue mejorando día a día hasta convertirse en un auténtico precursor del WCMX de España. “Nunca he visto a nadie hacerlo ni en las redes sociales. Digo yo que seré el primero, pero no lo sé”, bromea.
Toni es pionero en un deporte del que es imposible vivir tanto en España como en el resto del mundo: “Vivir de ello es una utopía porque solo hay una persona que lo hace, Aaron Wheelz, y le lleva años luz al segundo mejor”. Aunque tiene claro que el WCMX no es nada más que un hobby, Toni fue al Mundial de 2015 celebrado en Texas (EEUU), quedó noveno y cuando regresó a España, intentó conseguir apoyos para seguir compitiendo y extenderlo a nivel nacional pero se encontró con un muro. “Tanto los organismos estatales, como las empresas privadas me cerraron totalmente las puertas”, denuncia.
Ojalá llegue un día que el WCMX se practique en España en las mismas condiciones que se hace de forma internacional
Toni Quiñonero
Al Mundial de 2015 pudo ir gracias al préstamo que le hicieron sus padres y a la esponsorización que le ofrecieron Box Wheelchairs y Mogo Wheelchairs. “Aún así todo es muy difícil: tienes que luchar contra tus propios miedos y también contra el resto del mundo para poder hacer lo que haces”, lamenta Toni. Y es por eso por lo que no se plantea volver a competir en ningún otro Mundial o competición internacional: “Solo el viaje intercontinental son 600 euros como mínimo y yo no vivo de esto”.
Con el mundo de la competición en un segundo plano, a Toni le gustaría hacer una labor mucho más social y cercana: “Lo que más deseo es que la gente se anime y pruebe este deporte porque, aparte de ser un deporte de adrenalina, creo que ayuda a los jóvenes en silla de ruedas a ver que pueden hacer muchísimas más cosas de las que piensan”.
Con ese objetivo en mente empezó a dar clases de forma altruista, pero tuvo que dejarlo al no tener el apoyo suficiente para dar a conocer su proyecto: “Para una persona sola es muy complicado darse a conocer. Se necesitan más apoyos en el deporte adaptado”.
Toni Quiñonero sueña con “que llegue un día que el WCMX se pueda practicar en España en las mismas condiciones que se hace de forma internacional”. Para ello, tiene claro quién debe ayudar: “El Estado, a través del CSD y de la respectivas federaciones y de otros organismos públicos, tiene que poner dinero en el deporte adaptado igual que lo pone en el deporte no adaptado”.
Lo que más deseo es que los jóvenes en silla de ruedas se animen y prueben este deporte para que vean que pueden hacer muchísimas más cosas de las que piensan
Toni Quiñonero
Una diferencia de ayudas que se ve reflejada incluso a nivel profesional. En los Presupuestos Generales del Estado presentados en abril de este año, la partida destinada al Comité Paralímpico Español es 1.270.000 euros menor que la dirigida al Comité Olímpico. Mientras que la subvención pública destinada al COE (1.500.000€) ha aumentado un 20% con respecto a la de 2016, la partida del CPE (230.000€) ha disminuido casi un 70%.
Unos datos que dificultan el sueño de deportistas como Toni que, pese a ello, se siente feliz al haber descubierto el WCMX. Él decidió sentarse en una silla de ruedas porque estaba harto de las heridas que le provocaban en los pies los zapatos especiales que debía utilizar al haber nacido con espina bífida. Una decisión que describe como maravillosa: “Sentarme en una silla de ruedas fue algo maravilloso que me ha hecho descubrir este deporte porque al final lo que importa son las ganas de vivir”.