Paloma, con su bola de cristal, intentó conectar con la señora que había visto, para intentar saber además quién se escondía detrás de la figura masculina. Al conectar con la señora, llamada Pepa, repetía la frase “cúanta miseria”, entre sollozos. Gracias a ella, descubrió más sobre el joven y sobre el niño, y consiguió que juntos se fueran de la casa y dejaran en paz a los vecinos.