El Canal de los Presos, en el bajo Guadalquivir y con 158 km, fue construido por los presos de la posguerra para servir al riego de 58.000 hectáreas. Más de 2.000 presos hicieron su pena por trabajo. Según José Luis Hermida, la aparición de figuras en esta zona se debe a la energía telúrica que genera la corriente de agua, una energía que les da fuerza a estos presos para plasmarse y buscar venganza.