La tradición del Krampus sigue vigente. Este demonio con cuernos de cabra, patas de chivo y una larga lengua, aprovecha las fiestas navideñas para ir en busca de los niños que se han portado mal durante el año. Chupa la sangre a los niños cuando tiene hambre o los lanza al río. Muchos niños siguen poniendo velas en las ventanas en las frías noches de invierno para ahuyentarle.