La enorme tristeza por las víctimas del incendio de Portugal
Sólo un abrazo puede servir de consuelo cuando no hay palabras. Son los familiares de las cuatro personas que vivían y murieron en esta casa. Llegan dos días después de la tragedia para ver el horror con sus propios ojos. La casa, reducida a un amasijo de hierros y piedras calcinadas. Esta vecina nos cuenta que las víctimas intentaron buscar refugio en la piscina, pero el humo les despistó y no consiguieron llegar.
Es una de las familias muertas al completo en el incendio, pero hay muchas más.
Como una compuesta por los padres y sus dos hijos pequeños, que cogieron el coche para escapar del fuego que rodeaba el balneario en el que estaban alojados y se adentraron en la carretera de la muerte. Allí mismo murieron Miguel, su mujer, sus dos hijos y otros cuatro familiares que, empujados por el miedo, huyeron de la casa en la que pasaban el fin de semana. La casa, paradójicamente, al final quedó intacta.
Dan testimonio de tanto dolor las esquelas que se reproducen en las fachadas, las miradas perdidas y los vecinos que han salido vivos del mismísimo infierno.
El marido de una marido rescató a ocho personas heridas. Ella pasó toda la noche refugiada en el baño. También Anabel permaneció en casa y ahora nos cuenta la angustia que pasó cuando su hijo y su marido decidieron salir a intentar salvar su camión. No lo consiguieron pero, al menos, los dos están vivos.
Se salvaron porque decidieron resistir y no se adentraron en la fatídica nacional 236, la que se llevó las vidas de Bianca y su abuela, de Cristina y Eduardo, o la de Gonzalo, un bombero de 40 años. Él no huía del fuego, luchaba contra él.