Un minuto, dos goles. El equipo local, el Padiham (de azul) perdía por 1-3 con el tiempo reglamentario ya vencido. El árbitro añadió tres minutos más y en ese tiempo se desató la locura. Primero, con el 2-3. Después, salvando lo que debería haber sido el 2-4 para el Widnes que inexplicablemente falló con la portería defendida por un defensa. Y acto seguido con el gol del empate que incendiaba las gradas por la sorpresa de lo que estaba ocurriendo.