La solidaridad ciudadana se ha volcado con los centenares de refugiados que han acampado en el centro financiero de Bruselas, tras un viaje de más de un mes. Ropa, comida y material de higiene ha llegado para paliar la huida de la guerra y la espera para poder inscribirse en la oficina de extranjería. La compañía a los menores es también una labor fundamental.