Seúl pide ayuda a Busan para resolver el 'impasse' con Japón por la estatua de las 'mujeres de confort'

La estatua se levantó el pasado mes de diciembre, y provocó un enfrentamiento entre Seúl y Tokio. El jefe del Gabinete nipón, Yoshihide Suga, criticó la nueva estatua, erigida por un grupo cívico surcoreano en memoria de las cerca de 200.000 coreanas que fueron utilizadas como esclavas sexuales por la tropas japonesas durante el periodo colonial de Japón sobre la península de Corea (1910-1945), señalando que ésta tendrá un impacto desfavorable en las relaciones de ambos países.

En protesta, el Gobierno de Japón decidió retirar temporalmente a su embajador y a su cónsul general en Busan y suspendió las negociaciones para el cambio de divisas.

Un portavoz de la Cancillería surcoreana ha confirmado que se envió una carta a varias municipalidades en Busan el pasado 14 de febrero. "Contiene una posición básica del Gobierno con respecto a la materia. La ubicación de la estatua no es deseable según las modales y estándares de cortesía internacionales", ha señalado, según recoge la agencia surcoreana de noticias Yonhap.

"Enviamos esta carta para dejar clara nuestra postura, una vez más, de que es necesario que el Gobierno local, las municipalidades y los grupos cívicos se unan para buscar una mejor ubicación para la estatua de manera que nos pueda ayudar a recordar las lecciones de la historia durante mucho tiempo", ha señalado.

Sin embargo, ni el Gobierno local ni el distrito en el que se encuentra están a favor de cambiar la estatua de sitio, señalando que no están autorizados a hacerlo, ya que ésta fue levantada por un grupo cívico.

El 28 de diciembre de 2015 Japón y Corea del Sur llegaron a un acuerdo por el cual Tokio se comprometía a disculparse con Seúl y a depositar 1.000 millones de yenes (unos 8 millones de euros) en dicha Fundación para indemnizar a las víctimas.

Este acuerdo supuso un salto cualitativo en las relaciones entre ambos países, resentidas por el asunto de las "mujeres de confort" y las disputas territoriales. Se calcula que unas 200.000 surcoreanas fueron esclavizadas por las fuerzas niponas durante la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, Tokio insiste en que esta estatua es una medida lamentable, después de haber firmado un documento que pretendía poner punto y final a las fricciones en torno a esta cuestión de forma "definitiva e irreversible".