Los buzos de la Guardia Civil tuvieron que emplear cinco horas para recuperar un cepo romano con 2.000 años de antigüedad, que habían localizado en la bahía de la localidad valenciana de Cullera. El gran peso del cepo, de unos 300 kilos, ha dificultado el proceso de recuperación de esta pieza, que se encontraba fondeada a 27 metros de profundidad.