Ante el asombro de su familia, Joaquín está a punto de retomar una afición que dejó atrás hace mucho, el boxeo. Pero su hijo Kike se niega a ver a su padre subido en un ring. El resto de sus hijos le han acompañado al gimnasio para que comience con los entrenamientos. Ha sido allí donde Joaquín se ha dado cuenta de que necesita muchas horas de entrenamiento para poder aguantar encima de un ring.