El bombardeo sobre la boda de uno de los familiares de Haqqani y la posterior muerte de Sandy ha puesto a la CIA en jaque. Para evitar que les cierren el departamento, Lockhart obliga a Carrie a regresar a los Estados Unidos, donde deberá quedarse permanentemente. La agente sabe que no podrá volver a vivir en su casa junto a su hija, que es la viva imagen de su padre, el fallecido Brody.