A las dos de la madrugada, Carmen se puso de parto e ingresó en el Gregorio Marañón de Madrid. Su hijo llegó al Mundo a las ocho y media de la mañana, dos horas antes del examen de oposiciones al que se había preparado. Con los puntos, el suero y en camilla, se presenta al examen. “La gente se lo tomaba a risa”, confiesa. Ahora toca esperar para ver si el esfuerzo ha merecido la pena, pero por nuestra parte, Carmen se merece un sobresaliente.