Los íberos tomaron una costumbre del mundo céltico, cortar las cabezas de sus enemigos y luego mostrarlas. Las exhibían en lugares muy frecuentados de los principales poblados ibéricos para demostrar su poder. Estudios antropológicos demuestran que algunos de los cráneos tienen trazas de haber sufrido violencia anteriormente. Los cráneos eran trofeos de guerra, pero también utilizaban otros testimonios de las victorias como las armas de los enemigos.