Ya no puede más. Su madre dice que no puede seguir haciéndose cargo del chaval, de 13 años, con un trastorno de personalidad. Su habitación tiene 25 puñaladas en la puerta, a ellos los escupe, los pega, los amenaza. Ella y su marido temen aparecer muertos cualquier día y que los medios de comunicación se hagan eco de su historia cuando ya sea demasiado tarde.