La ansiedad, la baja autoestima y la falta de apoyo familiar pueden provocar este problema alimentario y las consecuencias pueden ser: hipertensión, sobrepeso o riesgo de infarto. En su caso, la pérdida de empleo, y volver a casa de sus padres le provoca una depresión que le lleva a comer desorbitadamente, porque "comiendo se evade de todos los problemas".